La red, pensada incluso más allá de internet, es un término que ha marcado a nuestra generación; una palabra de 3 letras que ha revolucionado la forma de actuar del mundo entero. La red, es una invitación al cambio.
Volví, luego de casi dos meses de alejarme un poco de estos espacios y dedicarlos a mi familia y a descansar, algo que me merecía después de un semestre más bien pesado, pero extrañaba esta ventanita al mundo, y los lectores constantes y eventuales que se toman el trabajo de leer lo que escribo por acá.
Durante estos meses como usuaria pasiva de la red más popular de todas, internet, tuve tiempo para reflexionar sobre muchas de las cosas que me han enamorado no sólo de la comunicación digital, sino del trabajo en red. Este concepto que ya parece venir por defecto con las nuevas generaciones, a mi me tocó ver como se construía e irlo conociendo a medida que se reinventa. Por eso me encanta, es como si fuera un hermanito que va creciendo conmigo.
La red, especificamente internet, ha hecho que el mundo se convierta en un vecindario en donde no existen fronteras considerables, un lugar donde las distancias se miden en clicks y en donde es posible, desde Colombia, hablar en tiempo real con mis amigos que viven en Noruega ¿qué dirían mis abuelos de esto? ¿ciencia ficción? No, una realidad en construcción.
«En construcción» es un término que me gusta mucho, no sé si venga por herencia genética de mi familia plagada de ingenieros civiles, o por haber crecido en ciudades que siempre están en obra, el caso es que me encanta (obviamente por fuera de las obras civiles) por el hecho de que no da las cosas por concluidas, permite repensar realidades, buscar otros ángulos y proponer a partir de lo que ya existe; es un término que deja la puerta abierta hacia el infinito.
Es por esta razón por la que, aunque no entendemos muy bien muy bien el concepto, cada día nos conectamos a una red enorme de personas que están construyendo la realidad que nos rodea. Nosotros somos constructores de esa realidad. Ya no sólo los poderosos, los presidentes o los imperios económicos son lo que definen que pasa en el mundo. Somos nosotros. A pequeña y a grande escala.
Ejemplo de ello es lo que viene ocurriendo en los últimos meses en Colombia, cuando la ciudadanía recordó que tiene una voz y encontró por medio de las redes sociales el canal para hacerse escuchar. Puede que todavía estemos experimentando y conociendo estos espacios y el alcance que tiene, pero gracias a el movimiento ciudadano #QuienEsEmilioOtero el país supo quien era el secretario del Senado y como por medio de procesos corruptos estaba devengando salarios exorbitantes. No se logró que la votación para el nuevo secretario fuera pública, pero ya al menos se conformó un grupo de veeduría ciudadana al congreso. Y seguimos construyendo.
La red nos da voz y nos invita a la creación de conocimiento colectivo a partir de ciertas individualidades. No somos, ni mucho menos, una masa homogénea conectada al ciberespacio, somos individuos, con marcas personales, que aportamos un eslabón a la red.
Por eso los invito, como diría @LuisDavidTobon a seguir ¡Tejiendo redes!
*A partir de hoy, vuelve #TICenTacones todos los jueves!