Comunicadores más estratégicos…

Y menos operativos.

El fin de semana pasado un amigo publicó lo siguiente en Facebook:

«Leyendo una investigación sobre la situación laboral de los periodistas en Colombia, me encuentro con que en promedio tenemos 35 años, somos profesionales graduados de facultad con 8 años y medio experiencia en el oficio y un salario de 1.3 millones de pesos […] pero solo el 34% los comunicadores reciben de 2 a 4 SMLV. ¿Se supo e que debo sentirme privilegiado?»

Y me puse a pensar ¿qué tan cierto es esto? ¿qué tan  mal valorados estamos los comunicadores en el mercado? ¿por qué seguimos cayendo en el estigma de ser los «toderos» en las organizaciones?

Afortunadamente soy de las «comunicadoras privilegiadas» como lo llamaría mi amigo, y puedo ver la discusión desde la orilla de un trabajo valorado y bien pago, y así entender poco a poco, porque curiosamente en un mercado en donde la comunicación va ganando cada vez más valor, los comunicadores siguen siendo casi despreciados, y puedo llegar a que el problema puede resolverse desde tres frentes: la academia, las organizaciones y los comunicadores per se.

La academia: 

Creo que esta es la base del problema y sé que me caerán muchas críticas después de lo que voy a decir, pero lastimosamente muchas escuelas de comunicación están formando profesionales para una época pasada y no para los retos y realidades de las organizaciones de hoy en día. Lastimosamente aquellos docentes que se dedicaron de lleno a enseñar y no volvieron a tener mayor contacto con el medio son los que más daño le hacen a una carrera como esta.

No pasa lo mismo con la física, la química o la filosofía, cuya actualización es mucho más lenta que la de una carrera como la comunicación que se transforma día a día con el entorno mismo de las personas, por eso, aquel docente que lleva años alejado del medio no se convierte en la persona más adecuada para hablar de los retos y tendencias que tiene la profesión en el mundo laboral. Ese es el primer punto.

El segundo es que cada vez se forman más comunicadores operativos que estratégicos, nos enseñan a escribir perfectamente, a memorizar normas de ortografía y estructuras de géneros periodísticos, pero se olvidan de enseñarnos a pensar estratégica y creativamente. Nos quedamos en la operación y no llegamos a la estrategia. Por eso terminamos actualizando carteleras.

El reto es no quedarse en la crítica, es atreverse a romper los duros esquemas de la academia y proponer cosas nuevas dentro de las aulas de clase, como lo hicieron muchos de mis profesores, quitarle el miedo a los métodos disruptivos, recoger las valiosas enseñanzas que nos dejan las experiencias pasadas y proponer para el futuro. No es tan difícil ¿o sí?

Las organizaciones:

Este es tal vez un punto que se ha discutido mucho y en el que no me voy a detener. Sólo debo decir que el cambio cultural para que las organizaciones entiendan el valor del comunicador ya está en camino, pero es sólo un eslabón, si la academia y los profesionales no se ponen en sintonía nunca funcionará el circuito. Así mismo es necesario entender que si bien la comunicación presenta salidas inmediatas a algunas situaciones de la organización, la mayoría de sus procesos son lentos, toman tiempo e inversión. Pero valen la pena. Sólo se trata de tener la paciencia suficiente para ver los resultados.

Los profesionales:

Creo que es acá donde más criticas me voy a ganar, pero también hay que tener claro que nosotros somos parte del problema, y dejar el papel fácil de quejarnos de un sistema que no nos quiere y no nos valora. Nosotros tenemos el reto más grande de todos: cambiar el papel del comunicador. Si bien la academia y las organizaciones tienen su parte, si nosotros como profesionales no cambiamos la mentalidad de ser simples herramientas constructoras de mensajes, no llegaremos a ninguna parte.

Hay que dejar de pensar que la comunicación es una sola, que todo se comunica igual y que las estructuras que nos enseñaron en la universidad son tan rígidas como barrotes, tenemos que dejar de lado la idea de que el mercadeo, la planeación y la publicidad van por otro lado y que no tienen nada que ver con nosotros cuando lo tienen todo, cuando sin comunicación no existen ninguna de las otras tres.

El mercado necesita comunicadores que se atrevan a pensar estratégicamente, que entiendan las empresas como un todo, que respeten la marca y la identidad visual de la compañía, que comprendan los procesos y generen ideas para mejorarlos.

Estoy segura que si cada uno de los ejes de esta historia pone de su parte, lo que decía mi amigo la semana pasada, dejará de ser una realidad y veremos comunicadores gerenciando empresas. 

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