Por: Ana Suarez Ospina
No se trata en este caso de mostrarnos como las chicas superpoderosas de la tecnología, tampoco de hacernos visibles a través de mensajes sexistas y feministas. Sino de acabar con el mito de que las mujeres y la tecnología son poco compatibles, y este dicho, debería perder valor cuando al mirar al pasado nos encontramos con Ada Lovelace, la primera programadora de la historia. Y si, es mujer. Mujer que dio el primer clic para que las generaciones venideras empezaran poco a poco a manejar computadoras y a apropiarse de espacios donde todos los géneros tienen cabida.
Las mujeres han logrado identificarse de tal modo con las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), que ellas tienen más presencia que los hombres. Pero, hay un error cuando se atreven a afirmar que el binomio mujeres-tecnologías. No combina, al contrario, están muy de la mano. Ya que para estos asuntos las mujeres son más juiciosas y tienen mayores posibilidades de exploración.
En mi caso, puedo afirmar y confieso que las computadoras no fueron muy cercanas a mí, en el colegio, de la única que tengo recordación es de una cajita cuyas letras eran verdes o naranjas y se le introducía un disquete un poco más grande y plano que un CD. Luego, en la universidad tuve contacto inicialmente con un programa que se llamaba MSDOS para hacer trabajos, luego el apego fue con programas como PageMaker y Corel1, que intentaron frustrarme, pero no lo hicieron
Pero fue terminando la década de los 90’s cuando conocí Internet en la Universidad finalizando mi carrera, y recuerdo que el primer sitio al que entré fue el Museo Louvre. Luego en casa, la insistencia para tener Internet y el llamado de mis padres “estás otra vez en eso….Necesitamos el teléfono”. Poco a poco me fui metiendo en la red cuando aparece mi primer correo: anamercisuarezospina21@col1.telecom.com.co. Ni siquiera tuve la oportunidad de escogerlo, me lo asignaron.
En mi trabajo de periodista en Cúcuta descubrimos a escondidas de los jefes, con algunos compañeros Google y Yahoo, compañeros inseparables para enterarnos de otras noticias, escuchar canciones, ver vídeos, sin dejar de lado los primeros contactos virtuales a través de las salas de chat de StarMedia, LatinChat o Yupi, antes que llegara el ICQ.
Todas estas herramientas fueron despertando en mí el interés por saber que había más allá de las pantallas, cómo la tecnología me estaba llevando a otras dimensiones y en cierta forma abriéndome a otro tipo de interacciones: leer los periódicos de otras ciudades y países. Y esta fue la chispita para estudiar una Especialización en Periodismo Digital en Bogotá, la cual me ha permitido enseñar, compartir y colaborar con generaciones que nacieron en la época cuando yo apenas descubría Internet.
Si soy, profesora en el área de las TIC, y en la labor diaria con mis estudiantes descubrimos que las TIC no son solo tecnología, que son mediaciones que me permiten conocer otras formas de vida dentro y fuera de la pantalla, que las TIC acercan a los ciudadanos con el mundo. Y que las TIC, entre muchas otras cosas me abrieron a mí, como mujer, nuevas posibilidades de interacción donde lo más importante no son solos los conocimientos en tecnología, sino la calidad humana que se proyecta en cada una de las personas que comparten el espacio virtual desde el espacio físico, y que apenas se desconectan siguen interactuando mientras en las pantallas los contenidos se mueven de manera masiva gracias a que ya no somos usuarias pasivas, sino que nos movemos, hacemos clic, y damos OK, según las condiciones.
Mi vida es enseñar, mi pasión es enseñar y como mujer TIC hacer ver a las nuevas generaciones que así haya vida a otro lado de la pantalla, no podemos desconectarnos de mundo real, de ese mundo que hoy en día nos permite acceder al infinito universo de la Web por medio de las TIC, porque si hay algo cierto es que para que las TIC funcionen necesitan de una parte humana, y es por esta razón que desde el aula busco que la tecnología sea cada vez más humana, y cada vez vista con clic de mujer.